Es el mes de Abril del año 2002 cuando en Venezuela comenzaron unas fuertes y constantes protestas en contra del gobierno. Mi vida en esos días consistía en levantarme, ir a la plaza por largas horas a protestar y regresar para repetir lo mismo al día siguiente. El cansancio físico no importaba, todas las actividades cotidianas de repente estaban en un segundo plano, y con una fuerza indescriptible, (quizá la posibilidad de ser parte de un cambio) seguíamos sin mayor problema. Al último día caminamos al Palacio de Miraflores, y al llegar a las cercanías recuerdo la gente corriendo en dirección contraria gritando "no vayan que están matando gente" "están disparándole a la marcha".
Al regresar a la casa, y en el medio del caos recuerdo haber escuchado a quien supuestamente seria el nuevo presidente dictar una serie de decretos que creaban un país completamente distinto, desconocido y no muy alentador. Luego de calmarnos, vino este sentimiento compartido por todos y que hasta hoy recuerdo, “pero eso no era de lo que estábamos hablando”. ¿Y de qué estábamos hablando? , porque todos nos enfocamos en lo que no queríamos, nadie se sentó nunca a señalar el objetivo, a preguntar ¿están todos ustedes de acuerdo? ¿Si, no? A decir con lujo de detalles cual era el plan, sin decir "queremos un mundo mejor donde haya igualdad". Igualdad de qué, igualdad económica, social, de riqueza, de pobreza…de qué. Queremos cambiar el mundo, muy lindo, cómo y de qué manera, o es que alguien puede negar que Hitler o Stalin cambiaron el mundo. Diez (10) años han pasado desde ese momento, casi quince (15) desde que comenzó el proceso "revolucionario", con un promedio de treinta y dos (32) asesinatos diarios, empresas nacionalizadas, invasiones, comunidades de venezolanos alrededor del mundo, canales de televisión cerrados, jueces y abogados presos por realizar su trabajo de pie, y no de rodillas frente a un gobierno, entre muchas otras medidas en nombre de la igualdad e ideales de cambio. No, no creo que todo haya sido malo, y espero que dentro de todo podamos reprimir ese instinto muy latino de destruir y comenzar todo desde cero cada vez que cambia un presidente.
Hoy en día la mayoría de mis románticos amigos "revolucionarios" quienes se enamoraron de la ideología (nunca he estado de acuerdo en enamorarse de la política) también se han unido al grupo de los " pero eso nos era de lo que estábamos hablando ". Muchos de los que estuvimos en desacuerdo desde un principio hemos conseguido otros lugares a los que llamar “hogar”. Aquellos quienes aun apoyan el proceso lo hacen con una fidelidad increíble y una entrega total (¿mencioné lo de enamorarse de la política?). La inseguridad, siempre ha existido, así que imagino que nos tenemos que acostumbrar. Los canales cerrados, se lo merecían por hablar mal del gobierno, los que nos fuimos también nos lo merecemos porque somos “oligarcas” y contrarrevolucionarios (si, es una “democracia”). Pero admito que esta incapacidad de no entender su perspectiva es completamente mi falla, porque jamás tuve la delicadeza de preguntarles si este es el país que ellos querían. Presumo que sí.