Wednesday, November 23, 2011
Somos inmigrantes: una corta reflexión
La ruptura con aquel lugar al cual llamé hogar por gran parte de mi vida, mas allá de alejarme de mis orígenes, me acercó a ellos. Latino América, con la ayuda de un excelente profesor, se convirtió en un objetivo, un fin y una obsesión; un universo fascinante lleno de historia, politica, música y literatura listos para ser descubiertos. Poco a poco, con una identidad nueva pero conocida, me fui haciéndo partícipe de aquellas historias tan comunmente juzgadas por todos, pero sólo entendidas por sus protagonistas.
Dentro de estas nuevas fronteras, tanto por obligación como por elección, me ha tocado explorar el tema de aquellos, quienes de modo poco convencional, han venido a este país. Un área llena de matices éticos complejos, y con respuestas absolutas solo para aquellos lejanos al tema.
Por años, leí sus historias, hablé sobre ellos, y creé mis propias opiniones, basadas en un conocimiento netamente teórico, ergo, incompleto.
Irónicamente, al llegar a la capital de este país, el destino como si tratase de decirme algo, decidió colocarme a los protagonistas de estas historias que, con mi mentalidad académica, y mi experiencia privilegiada, analicé en varias ocasiones. En esos momentos, cuando estos seres incógnitos, en un acto de plena confianza decidieron compartir sus vivencias, sólo me dejaron la opción de olvidar la teoría, y en un acto de humildad absoluta, callar y sentir, porque lo racional no tiene cabida en esos momentos.
Escuché las historias de madres quienes pasaron meses huyéndole al sistema migratorio de distintos países, escapándose del abuso mental, físico y sexual, o asumiéndolo como un precio que tienen que pagar. Las mismas quienes a ciegas trajeron a sus jóvenes hijas e hijos, con la única garantía de que Dios y los santos cuelgan de su cuello. Escuché a aquellos quienes por su orientación sexual, más que ser discriminados, han sido perseguidos, prefiriendo ser marginados por ser latinos, no hablar el idioma y ser homosexuales en un país ajeno, que correr el gran riesgo de vivir en su país natal. Cómo si no fuese suficiente, estas experiencias siempre se encuentran entretejidas con la memoria de aquellos quienes no lo lograron, y se perdieron en el olvido.
Más allá de las historias, el factor común entre estas personas, es un gran agradecimiento por estar aqui, por haberlo logrado. Una actitud que para mi genera muchas preguntas, pero es un secreto a voces que mas allá de la invisibilidad o el ser considerados dispensables por algunos, estas personas encuentran mas protectción y derechos aqui, que en su país de orígen. Entonces, en qué nos debemos enfocar, en los derechos humanos aqui o en la falta de legalidad en nuestros países, en el maltrato de estas personas aqui, o la falta de oportunidad en su tierra natal, en callar aqui, o hablar allá.
Tener una opinión sobre el tema se me ha hecho complejo, y sufro de múltiples personalidades al hablar. Procuro, dentro de todo, mantener cierta racionalidad, mientras tengo la intuición de que aquellos quienes tenemos el espacio y la oportunidad de racionalizar, nos olvidamos de los protagonistas y corremos el peligro de generar una filosofía basada en la ignorancia.
Hay mas preguntas que respuestas, y mas historias que explicaciones. Sin embargo, ignorando la complejidad, la conversación debe continuar, y recordar, no sobre qué estamos discutiendo, pero sobre quien estamos hablando. En el proceso, me queda el sentimiento de urgencia de trabajar por los derechos humanos mas allá de los documentos, teniendo en mente que tener una patria es un derecho, pero poder llamar a esa patria hogar, es un privilegio del cual mucho se encuentran vetados.
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